“Han sido muchas veces (infinitas) las que he tratado de escapar y han sido esas mismas veces (infinitas) las que no he podido. Ando, camino, troto, huyo, corro, vuelo y no puedo. Es que soy yo y eso no lo puedo cambiar, cuando camino todos miran, cuando hablo todos escuchan. Es que soy yo y eso no lo puedo cambiar.
Ese hombre con esa mirada en los ojos
Con ese andar Rebelde
Con aquella hambre insaciable
Con ese sentimiento de culpa
Con la carga del mundo a sus hombros
No tengo amigos, no los necesito. En cambio si tengo enemigos porque de ellos nunca espero nada, siempre me alegra verlos mal, siempre intento estar más feliz que ellos, no tengo que acompañarlos en las buenas y malas y lo peor que me pueden llegar a hacer es volverse mis amigos.
Mi nombre es prometer y mi apellido es mentir. Nadie me debe nada y, sin embargo, yo lo debo todo. Es que soy yo y eso no lo puedo cambiar.
No tengo hogar, mi hogar es el mundo donde sea que mire. Al anochecer me acuna la luna y me arropan las estrellas, al alba el rocío me acicala y la brisa me despereza.
Habiendo vivido más de mil siglos sin sentido te he encontrado. Con la fuerza del huracán te busco, no hay lugar donde te puedas esconder, el brillo del relámpago alumbra mi persecución, la tierra teme mi ira y, al fin, te encuentro. Te miro con paciencia, tratando de grabar cada pequeño segundo en mi alma y descubro que nunca te amé. Nunca me importaste pero ahora dejo tu corazón ilusionado y parto a otros mundos.
Soy descendiente directo de los animales, mi espíritu es guerrero y me burlo de la gente que no come con las manos desnudas.
Hubo un tiempo en que andaba en manada, corría por verdes praderas y volaba por cielos azules, pero eso quedó atrás y ahora soy el lobo solitario que aúlla a la luna, de olvido vivo y de olvido muero sabiendo que nadie me ha amado.
Mi desilusión es grande; podré haber sido un simple mortal pero e pactado con la muerte y no puedo morir, ya todo me teme, incluso ella (la muerte) a la cual le e rogado arrepentido que me lleve. E decidido finalmente no volver a moverme, quedarme eterno en el tiempo como una estatua y mi última voluntad ha sido dedicar el Sol a la tierra.”
David Ruiz Quintero.
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